País sin receta, Patria de mí vida 🇦🇷
Y mirá que me gusta el mundo. Sueño con hacer safaris en África, pasear por calles de Praga, probar cerveza realmente alemana. Pero sé que ningún lugar va a poder darme lo que me da el mío.
FICHA TÉCNICA
📍 Lugar: campo bonaerense
🎵 Para leer escuchando: Zamba para no morir – Mercedes Sosa
🐾 Conmigo: Andina y Pampa, dos cachorras, el cielo que refleja mi bandera, mates y el pasto verde de invierno.
País sin receta, Patria de mí vida 🇦🇷
Mi amor por Argentina no es un amor cómodo, no es fácil aprenderse el código postal de cada pueblo para recibir un paquete. Es un amor que anda a diesel, que se aprende de memoria los nombres de todas las calles principales de las provincias, que sabe cómo pedir un baño en cualquier puestito de comida rutero sin que te miren raro.
Soy salteña, nómada, y profundamente federal. No federal como antónimo de “porteña”, sino federal como quien se deja abrazar por todas las formas de este país: los climas, las montañas, las sierras, los valles, los ríos, las formas de cebar el mate, las palabras para decir tortilla/librito/criollito. Argentina es la cuna de todas las versiones de mí. Cada lugar me sumó una capa, un acento, un recuerdo, una historia para contar.
Y no me vengan con que “es el país de la carne”. Yo, vegetariana desde hace años, fui recibida con alternativas deliciosas hasta en los puestos de ruta más olvidados. En medio de la tierra del asado, siempre apareció un cocinero, un kiosquero, alguien que me miró con ternura y decidió modificar la carta de su bolichito por mí. Y lo hizo con cariño real, como si fuera una sobrina de paso.
Ser argentino es una elección, sin importar dónde naciste. Y no se explica, se narra. Se pronuncia con todas las eses del sur y sin ninguna del norte. Se escucha en el m’hijita santiagueño, el culiao cordobés, el quilombo bonaerense y, ojalá se lo escuchara en todos los puntos cardinales del país, el pue salteño. Ese “pue” que redondea las frases como un punto final con un cariño pasivo-agresivo.
He recorrido mi país como quien se aprende una canción larga, hermosa, desafinada por momentos, pero inolvidable. Y siempre con ganas de volver a cantarla desde el principio. De esos viajes, no me traje souvenirs sino certezas: Argentina tiene TODO. No como slogan turístico, sino de verdad. Tiene mar, tiene selva, tiene nieve, tiene volcanes, tiene viento que te despeina el alma, tiene lagos turquesa, calles de tierra, colectivos sin horarios, pan casero y pueblos con nombres que parecen inventados.
Y también tiene algo que para mí no es negociable: tiene gente. Buena gente. Gente que te presta un enchufe aunque no tenga batería para sí misma. Gente que te alcanza un mate como si fueras de la familia. Gente que, aunque no te conozca, te dice “cuidate mucho, mi reina” cuando te vas. Gente que pone la tele en Crónica o en el noticiero que le coincide políticamente, y te invita a opinar aunque no estés de acuerdo.
No necesito que Argentina sea perfecta. Solo necesito que siga siendo Argentina. Y eso lo está haciendo bárbaro. Incluso con todos sus quilombos, con su historia que parece sacada de una novela distópica, con sus discusiones en Twitter y sus rutas que están en eterna reconstrucción. Porque yo no vine a exigirle nada a este país. Vine a recorrerlo, a dejarme afectar por él, a entender que la patria no es una idea, es una experiencia. Y en esa experiencia, me sobran motivos para amarlo sin filtro. Porque este país me dejó vivir sin dirección, pero con un rumbo. Me hizo sentir en casa en más de dieciséis provincias (y contando), con paisajes tan distintos entre sí que parece que uno está cambiando de continente, no de kilómetro.
Lo único que le pediría, si me dejara escribirle una carta con sugerencias, es que le dé a Güemes el lugar que se merece. No porque sea salteño (bueno, sí, un poco por eso), sino porque fue un tipazo. Un héroe de verdad, de esos que caminan al lado de la gente, que entendió el país profundamente antes que muchos, que se embarró, que resistió, que organizó una guerra desde los cerros y la dignidad. Ya es hora de que tenga su lugar junto a San Martín y Belgrano. No para quitarle brillo a nadie, sino para sumar otra estrella al firmamento nacional.
Amar a la patria no es repetir fechas. Es viajarla. Sentirla. Discutirla. Habitarla. Es sentirte en tu lugar siempre y cuando vendan yerba en el kiosco más cercano. Es tener acento, y aun así entender todos. Es caminar por Tilcara, por Los Altares, por Gaiman, por La Cumbre, y no sentirte extranjera nunca. Es que una empanada tenga diez formas de hacerse y todas estén bien. Es que haya lugares donde todavía se puede pagar con fiado.
En un mundo cada vez más pasteurizado, amar a Argentina es un acto punk. Es elegir el bardo y el mate amargo, el feriado largo y el poncho que me abriga. Es entender que aunque no tenga nacionalidad, tengo patria. Y que no quiero cambiarla por ninguna otra. Porque este país es un poema: con rima desordenada, con estrofas que no siempre entendés pero igual te conmueven. Y yo quiero seguir escribiéndolo con los pies.
Feliz 9 de Julio, Argentina. 209 años de Independencia.
Sos mi mapa, mi impulso, mi desorden preferido. Sos mi lugar en el mundo, porque, aunque muchas veces no sepa ni quién soy ni dónde estoy parada, sé que es dentro de tus fronteras, dentro de tu cultura, dentro de tu amor.
✍🏽 Cositas random que pensé esta semana pero no desarrollé:
– Separarte del que creías el amor de tu vida después de 18 años medio que te hace replantearte el sentido de la existencia entera.
– El queso me gusta demasiado. Le pongamos a todo.
– Extraño el verano con una intensidad que debería ser clínica.
Wow, increíble como transmitís a través de la pantalla la forma de adorar que tenes a nuestra patria, creo que con todo lo que está pasando los días patrios nos siguen uniendo a pesar de todo y eso me trae mucha paz para nuestro futuro como nación. Lo más importante dicho en el texto claramente es Güemes !! merece muchísimo más reconocimiento y desde que escuche de él me genera un orgullo en el pecho que pocos próceres han logrado en mí hasta el día de hoy🌟
Killa.....que hermosura de escrito! Antes de comentar, quiero contarte que cuando pequeño soñaba con recorrer la ruta que hizo el Che Guevara en su moto. No lo he hecho, pero si hice algo parecido en mi Patria y todavía estoy descubriendo rincones hermosos.
Te admiro y mucho, porque Amar a su Patria es un gesto de humildad y coraje hermoso. Yo siento envidia y de la buena por ti y todo aquel que puede celebrar el día de la independencia de su Patria. Yo amo mi Patria, la lloro, la protejo y la celo y sueño con verla libre. Gracias por tanto bello escrito y ejemplo de como se debe amar la Patria. Un mega abrazo!